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Moviendo la cintura, moviendo sin parar

Giros. Movimiento de pies. Movimiento de caderas. Movimiento de hombros. Un pasito para acá. Un pasito para allá. El trió bailaba y se movía al compás de la música del potro Rodrigo que sonaba de fondo, siguiendo los pasos de su coach, que bailaba delante de ellos marcando los pasos que debían seguir.

—Buenas noches, nombres y lista —, nos decía uno de los seguridades en la entrada principal del estudio.

—Rodríguez Olivera Matías y Vietta Joaquín  —, le respondimos—. Lista de Gladys.

Mientras buscaba en sus hojas, una larga fila detrás de nosotros esperaba poder entrar o ver algún participante del certamen.

—Perfecto. Denle VIP y sigan a nuestro compañero —, nos dijo el mismo seguridad, mientras su colega nos prendía la pulsera como si fuésemos a entrar a un boliche. Era de color gris.

—Gracias —, y pasamos.

Cruzamos la puerta y un pasillo nos guio hasta dentro del estudio. Allí se encontraban más hombres de traje, que serían quienes te ubicarían según el color de la pulsera. Gris era VIP, verde era primera fila de la tribuna, rosa era confitería y amarilla para todos aquellos que iban por su cuenta.

Para la izquierda el VIP, para la derecha la tribuna, en el medio la pista de baile, donde se encontraban ensayando una de las parejas del certamen. La ubicación que estábamos era preferencial, cerca de todo. De todas formas, más tarde intentaríamos movernos al bar.

“Gladys, Tota, Facundo, a la pista por favor”, decían por los altavoces del estudio ubicado en Chacarita. La Tota Santillán volvía a aparecer en televisión después de lo que fue su  internación en una clínica psiquiátrica debido a un robo del cual se lo acusó. Pero eso seria en el vivo, ahora trataba de memorizar y seguir ensayando su coreografía mientras el resto y sus invitados seguía llegando al lugar.

La tota ingresaba con el vestuario a utilizar. Una camisa floreada con un pantalón azul medio negro, mientras que “la bomba” y su bailarín, todavía de jogging. “Ole ole ole, Tota Tota” se escuchaba en el piso, con una tribuna casi llena pero que seguía esperando gente, mientras que la escenografía de fondo cambiaba al video de la canción correspondiente.

Las luces se encendían. Una escenografía dividida en nueve enormes pantallas de fondo parecía llevarte al lugar que mostraba. El techo repleto de bolas de espejo con efectos luminosos giratorios y flashes con luces rítmicas imposibles de contar.

“No sabes, lo que es…” comenzó a sonar de fondo. La bomba  agarraba a su bailarín, y siguiendo con sus pies el ritmo clásico del cuarteto, giraron levantando los brazos para que aparezca él. El bailarín se desentendió del baile y la Tota tomó el protagonismo.

 

Tuvieron dos ensayos, no había tiempo para más.

—Estamos con Gladys nosotros, nos dijeron que podíamos ir para aquel lado —le dijimos al seguridad que teníamos a pocos metros.

—No se puede, este todo lleno —nos respondió—. Esta toda la gente de la Tota.

—¿Podes llamar a Sebastián? — le preguntamos, para ver si podía acercarse y llevarnos.

¿Sebastián? — se preguntó con algo de dudas.

—Sí, el novio de Gladys. Hablamos con él.

En esa fracción de segundos, se acercó hasta Alejandro Ripoll, director del programa y vino hacia nosotros.

—Hay muchísima gente —nos dijo—. Además de la que trajo Daniel (la tota), están los abogados con los que puede hablar Marcelo (Tinelli).

“Un minuto para el aire” se escuchaba nuevamente por los parlantes del estudio. Mientras tanto, producción se encargaba de repartir globos a la tribuna y volvía a escucharse “¿a ver como se escucha la tribuna?", acompañando con los gritos la música de apertura del programa y el famoso “Buenas noches, América”.

Gladys y la Tota serían los primeros en bailar esta noche, y los últimos. Distinto de lo que muchos podían imaginar. En vez de bailar tres parejas como suele suceder, el programa fue consumido por "la bomba " y sus eternas previas.

Llegaba la hora de la verdad. Marcelo Tinelli presentaba para bailar el cuarteto de a tres con Daniel "la Tota" Santillán, el hombre que hacia algunas semanas había protagonizó un confuso episodio que termino con la policía arrestándolo.

Ahora si con la vestimenta completa, Gladys llegaba con una pollera enteriza color amarilla, y su bailarín igual a como estaba la Tota en el ensayo, una camisa verde floreada y el pantalón oscuro.

"En ese momento toque fondo", dijo la Tota y agregó: "Estuvieron mal los policías, yo no soy un ladrón. Hoy estoy bien de salud”.

En cuanto al baile, no fue demasiado aplaudido por el jurado ya que los puntajes fueron demasiados bajos. Un 3, un 5 y un 6, además del voto secreto de Moría Casan, quien lo crítico duramente: “No te quieren. Es un día de luto que este este hombre acá”.

Finalizado el baile, el conductor del programa le cedió el micrófono a Gladys, y ahí comenzó el testamento de la cantante que alcanzo para abarcar el programa completo.

© 2023 por Matias Rodriguez Olivera, Facultad de Periodismo.

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